2001: A Space Odyssey. Kubrick y la trascendencia al más allá.

Review al clásico 2001: A Space Odyssey , del maestro cinematográfico Stanley Kubrick y que revolucionó el séptimo arte.

El cine no estaba preparado para esto. El Hollywood de los 60 partía de una etapa muy conservadora, lo que denominaríamos el cine clásico en la industria americana: películas con fórmulas paradigmáticas, tanto en fotografía como en producción. Para que os hagáis una idea, la cara de los actores tenía que estar iluminada, sin provocar grandes contrastes de luz ni desenfoques.

Pero en poco tiempo, las bases de Hollywood se tambalearon para finalmente caer. Los grandes maestros que dominaron las décadas anteriores asimilaron esta situación, trayendo unas obras crepusculares, casi melancólicas, de aquellos géneros con los que triunfaron. Sí, estamos hablando de personalidades como John Ford o Howard Hawks, los creadores de las tan prestigiosas e imprescindibles “Fort Apache” o “Red River”, películas con un espíritu de esplendor, de imponente grandiosidad en cada plano, llevando el western a la cima del séptimo arte. Cuando llegan a los 60, obras como “The man who shot Liberty Valance” o “El Dorado” matan el género western, mostrando la desolación de los personajes: Robert Mitchum alcohólico, mayor y sin fuerzas; un establo ardiendo y los caballos corriendo campo a través para no volver, dejando atrás aquella tierra en la que cabalgaron anteriormente. En Europa el surgimiento de cineastas como Bergman, Antonioni, Fellini o Godard provocó el cambio de visiones en las jóvenes personalidades que conquistarían el Hollywood de los 70 -Scorsese, De Palma, Coppola, Ashby, Altma-. El cine pasó a involucrar al mismo individuo que dirigía las películas; sin embargo, en Hollywood había un personaje que consiguió moverse entre estas dos corrientes. cineasta salido del mundo de la fotografía, sus films se decantaban entre el cine clásico y el más renovador. Su nombre ha dado mil veces la vuelta al mundo. Stanley Kubrick.

Kubrick comenzó su carrera como fotógrafo en diarios. Amante de la imagen, su visión tan perfeccionista producía unos inmensos trabajos de composición en sus trabajos. El salto al mundo de los cortometrajes fue inminente, aportando obras como «Flying Padre» o «Day of Fight». Poco tardó en llegar al largometraje con «Fear and Desire», obra que trata uno de los temas más presentes en la filmografía de Kubrick, el antibelicismo. Este primer largo demuestra la gran influencia de Stanley en el mundo de la fotografía, con encuadres que parecen sacados de sus antiguos trabajos en los diarios. Su segundo largometraje, «Killer’s Kiss», introduce a Kubrick en el género negro, en un film que pese a quedar eclipsado por «The Killing», tiene momentos impresionantes, como el clímax final en la fábrica de maniquíes. Con «The Killing» nos encontraremos con uno de los puntos de inflexión dentro de la carrera de Kubrick, donde se postulará como uno de los mejores cineastas del momento, dejando para la eternidad una de las mejores obras de cine negro de la historia, cosa muy complicada debido a la gran producción de películas de este género hechas en los 40.

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Su maduración cinematográfica se comprueba con el camino que toma su carrera, proyectos de más complejidad, a parte de ser polémicos en gran parte. Lo vemos en «Paths of Glory», «Lolita» o «Dr Strangelove». «Paths of Glory» ha sido una de las mayores patadas que ha recibido el ejército, en este caso el francés -ya le tocará más adelante al americano- en toda la historia del cine. La guerra como enfermedad, y el ejército como bacteria, llevada por parásitos que son capaces de destruir a cualquiera que les sea un peligro o molestia. La ejecución de sus propios soldados, a sangre fría, por un error de un alto cargo. Impotencia, rabia y dolor. «Lolita», una de las novelas más polémicas de la historia -mal entendida por mucha gente- no era un proyecto que fuera fácil de llevar a la gran pantalla, pero la gran capacidad de Kubrick permitió plasmar la esencia y base del libro en fotogramas. «Dr Strangelove» fue otro golpe para el ejército, en este caso el americano, haciendo sátira de la guerra nuclear, ofreciéndonos unas de las interpretaciones más impresionantes vistas en la comedia, la cual ha sido influyente para nuevas generaciones, donde un histórico «Peter Sellers» encarna a diferentes personajes, dando pie a una locura desmesurada. Y finalizamos este pequeño recorrido inicial con «Spartacus», posiblemente la película que sea menos personal de este cineasta, una superproducción llevada a cabo enteramente por Kirk Douglas como productor y protagonista. La película es muy potente, pero el toque de Kubrick se ve menos plasmado.

Y por fin llegamos al punto donde nos vamos a centrar en la obra que revolucionó la historia del cine, a parte de hacer asumir a las masas que el género fantástico era algo realmente serio. El impacto que causó «2001: A Space Odyssey» fue gigantesco en todos los aspectos, tanto en guión, dirección, efectos especiales…. No se había visto nunca nada igual. Nos hemos de preguntar el porqué de esto: ¿los efectos especiales de Douglas Trumbull? ¿La incorporación de una complexión filosófica a través de imágenes pocas veces vistas? ¿Llevar el género fantástico al más allá? El cúmulo de todos los factores posibilitaron este efecto tan transgresor. Explosión sensorial hacia el espectador, víctimas de la incredulidad al salir de la sala. Ahora sí que sí, focalicemos en esta obra.

La Tierra. La cámara se levanta a ritmo de “Also Strach Zaratustra N.30” de Strauss , dando paso a la Luna y el Sol, alineadas y con una profundidad de campo bien marcada. Primer plano definitorio de lo que va a ser esta odisea, un recorrido por el espacio y la humanidad, inmersión dentro de la complejidad y extensión de este viaje tan inmenso. La grandiosidad de la secuencia inicial queda grabada de por vida en la retina del espectador. En la historia del cine, pocos inicios han sido tan recordados; pocos tienen tanta fuerza a la vez que causan tal impacto desde el primer fotograma. La imitación de esta secuencia no ha pasado desapercibida en muchos proyectos en estos últimos años. Si buscásemos algún ejemplo de este tamaño, solo me podría atrever a decir las míticas introducciones de Citizen Kane o The Searchers.

La primera parte, centrada en el origen del ser humano, muestra a un Kubrick más documentalista, viendo como nuestros ancestros descubrieron la herramienta clave per llegar a ser la especie dominante en la tierra: esa herramienta es la violencia. Paisajes solitarios, sin ningún indicio de humanidad, simplemente naturaleza virgen. Poco a poco, entramos dentro del mundo animal, distinguiendo los carnívoros de los herbívoros. Dominantes y dominados. Un ciclo que se repetirá con los humanos más desarrollados al largo de toda la historia, primero con otras razas y finalmente con nosotros mismos.

Llegamos a los primates, animales con una pequeña dosis de razonamiento, la cual no deja de ser instintiva, pero que comportará un desarrollo mayor al largo de los años. La primera aparición del monolito evidencia que los primates aún no están totalmente desarrollados, pero que esta aparición dará lugar a un nuevo cambio en esta especie. Todo empieza con la llegada de lo que denominaríamos “el arma”, un hueso de un esqueleto, aquello con lo que los primates desarrollan la capacidad de la herramienta otorgada, la violencia, y con la que se posicionarán definitivamente como seres dominantes. Kubrick captará de forma mas pura la esencia de este descubrimiento, angulando la cámara contrapicadamente, dando una singularidad muy poderosa al encuadre. A partir de diferentes cortes en la imagen, Kubrick incorpora diferentes planos de animales siendo asesinados por los primates, dando una sensación muy violenta a partir de la repetición. A partir de ahora la historia en la Tierra se desarrollará de otra forma.

Finalmente nos encontramos con una de las elipsis más impresionantes y recordadas -de nuevo- en la historia del cine, donde a partir de lanzar un hueso hacia el cielo -la herramienta causante de la dominación de los primates– pasa éste a convertirse en una nave espacial, la cual podríamos decir que baila en el espacio. Con un simple corte y un objeto en movimiento, Kubrick ha avanzado miles de años.

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La segunda parte de la película entra de lleno en el mundo de la ciencia ficción, donde el predominio del espacio es máximo, mostrándonos como el ser humano ha llegado al espacio y es capaz de vivir en él. Kubrick desarrolló los ya mencionados increíbles efectos especiales con Douglas Trumbull, innovadores a más no poder. A ritmo de música clásica, con la famosa “Blue Danube”, unas naves espaciales bailan siguiendo la música, dando vueltas y trasladándose alrededor del encuadre, entrando y saliendo del campo visual. En esta segunda parte se nos muestra el gran desarrollo tecnológico durante todos los milenios que han pasado. Comunicación a partir de pantallas, viajes a la Luna, alimentos espaciales que intentan imitar a los de la Tierra…

En este caso, un doctor ha de viajar a la Luna para investigar signos de vida extraterrestre. Es la parte con menos conflicto del guión en toda la obra, pero es necesaria para experimentar los cambios que se producen en el desarrollo de la odisea en la que estamos metidos La segunda aparición del monolito da paso a un sonido irritante que provoca la tabla, que resultará molesto tanto para los personajes como para el espectador, creando una relación directa y marcando un punto de vista.

Tercera parte. Nuevo avance de la raza humana, ya de camino a Júpiter en busca de otra señal de vida extraterrestre. Estamos ante la parte más narrativa y con más conflicto de toda la obra, donde Kubrick nos ata a una historia de emociones y contra-emociones. La convivencia entre humano e inteligencia artificial. Una de las ideas más impresionantes es que la máquina consigue expresar más que los propios astronautas, los cuales sufren una gran incomunicación entre ellos y llegan a parecer robots, creando así una paradoja gigante. Lo vemos claramente en la escena donde Bowman ve un mensaje de sus padres felicitándolo, su emoción es prácticamente nula, se preocupa más por reclinar el asiento que por prestar atención al mensaje. En cambio, Hal-9000 demuestra a partir de los diálogos que es más parecido a un humano, también a través de la cámara, la cual expresa emociones en Hal, como en el momento donde lee los labios a los astronautas, panoramiza con la cámara, dando la sensación de estrés y agobio, es decir, siente. El instinto de supervivencia que aparecía en la primera parte del film vuelve a hacer acto de presencia, en este caso con Hal queriendo eliminar a los astronautas para así evitar su desconexión. Mucha gente cree que Hal-9000 es un antagonista, pero estamos bien equivocados: él simplemente intenta sobrevivir a su muerte. Uno de los momentos más crueles es cuando Dave lo desconecta; asistimos a un asesinato a sangre fría, viendo como alguien suplica por su vida e incluso llega a cantar para amortiguar el dolor.

Hemos sido testigos de como la raza humana ha aniquilado a partir de la violencia a dos especies completamente diferentes, una animal y otra robótica. Somos una raza que solo se basa en destruir, y que directamente también nos estamos destruyendo a nosotros mismos.

Llegamos a la última parte de la odisea, uno de los momentos más controvertidos vistos en la gran pantalla, donde el espectador es llevado a una experiencia sensorial de carácter casi onírica. La nueva aparición del monolito nos lleva a atravesar un portal que romperá las leyes del espacio-tiempo. Un paso que va a trascender la propia humanidad, la llegada a otra dimensión, mostrada a través de un viaje -no muy recomendado para epilépticos- dominado por una suma de colores y figuras extrañas, potenciado con un sonido envolvente, acercándonos lo máximo posible a Dave.

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Creemos que estamos ya en la cima de la obra, ya esta, no nos puede ofrecer más, se va a acabar….pero no. Otro corte brutal nos posiciona en una habitación que está sacada de otro mundo literalmente, con algunos objetos que identificamos con la Tierra, pero que resultan ser puro artificio. En pocos minutos seremos testigos de como Dave entra en una paradoja espacio-temporal, viéndose a sí mismo cada vez más viejo hasta su muerte, donde el monolito hará su última aparición para el cambio más importante que se habrá hecho en el Universo, la evolución del ser humano en un super hombre. El final con el embrión mirando directamente al espectador es otra de esas ocasiones en el cine donde no es confidencialidad, es puro distanciamiento. El espectador ya no está pendiente de la historia, está pendiente de él mismo, la relación que entabla con aquello que lo está mirando directamente a los ojos. Aquello ya no está dentro de la película, está fuera.

Concluyamos aclarando que este filme no tiene una verdad o razonamiento que sea absoluto. Detrás de cada visionado hay una experiencia diferente, y unas cuestiones que el espectador ha de resolver por si mismo.

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