Entrevista a Alfons Aragoneses: sobre dictadura y memoria histórica

«La memoria histórica es algo constitutivo y constituyente de las realidades sociales. Si se quiere construir un nuevo patriotismo español, el nuevo Gobierno se tiene que pronunciar de manera diferente sobre el pasado franquista.»

 

Alfons Aragoneses es profesor de historia del Derecho en la universidad catalana Pompeu Fabra, con varios libros y artículos publicados entorno al fenómeno político franquista y su repercusión actual. Nos sentamos con él en un bar, y empezamos a hablar sobre el pasado, presente y futuro de las implicaciones del régimen del General Franco y su legado, todavía muy palpable en la arena política de hoy en día.

¿Cómo la llegada al poder del nacional-catolicismo erosiona la República y las resistencias civiles que podrían haberse dado? ¿Cómo se consigue llevar a cabo, en vistas a construir una hegemonía propia?

Has hablado de erosión, pero yo hablaría más bien de destrucción. Hay una destrucción violenta, porque la República no es un invento de cuatro intelectuales, es una realidad que llega a todos los pueblos, fábricas, etc. La prueba de ello es como se normaliza el divorcio, el matrimonio civil y cómo se da una gran pérdida de poder de la Iglesia católica en poquísimos años. Ante esa situación, la única posibilidad de los sublevados es usar la violencia física y la destrucción física del enemigo, sea asesinándolo, mandándolo a prisión o al campo de concentración o al exilio.

Yo diría que en los primeros años del Franquismo se da una represión todavía más cruenta que sus contrapartes alemanas e italianas. Ya sabemos que en los primeros años del Tercer Reich hay violencia, asesinatos, pero la dimensión de la violencia de los primeros años del franquismo -1936 en muchas partes de España- es abrumadora. En muchas partes de España no hay guerra como tal, pero hay un elevado número de asesinatos a manos de los sublevados; es el caso de León.

Se da también una destrucción de cualquier proyecto liberal, socialista o catalanista que pudiera haber. La represión toca de manera muy especial a los maestros. ¿Por qué? Porque ellos son los que están transmitiendo un conocimiento, un proyecto político republicano. Las cátedras universitarias se vacían, hay una purga, depuración tremenda en toda la Administración, que acompaña a la violencia. Se elimina al enemigo interior, pero también aquellos que podrían transmitir otro ideal.

 

A nivel legal, ¿lo que se crea en Burgos en 1936 genera otro Estado? ¿Hay una dualidad de poderes que acaba con la imposición del Franquismo?

Es cierto en parte: por ejemplo, el Código Penal de la República se mantiene pero se pervierte, se transforma de manera que se aplican los delitos de sedición y rebelión no a los rebeldes pero a los que se resisten contra los rebeldes.

Pero el BOE no deja de publicarse ningún día desde Pamplona, Navarra, que era una provincia fiel a la República, mientras en Burgos crean nueva legislación y aplican con otra interpretación leyes republicanas. Por lo que sí, se da una especie de dos Estados. El nuevo Estado franquista, antes de que acabe la guerra, ya ha derogado leyes muy importantes de la República, y ha reformado dos instituciones centrales: el Registro de la Propiedad y el Registro Civil. ¿Por qué? Porque la propiedad privada se pone en un altar y se ha de proteger en el nuevo régimen. Estos cambios ocurren alrededor del 37-38, y muestran el funcionamiento simultáneo de esos dos Estados.

¿Y en cuanto a la legislación militar y la represión de los tribunales militares?

Es su característica más prominente, pero no olvidemos que la jurisdicción ordinaria se convierte también en una maquinaria represiva muy fuerte. Hay un uso arbitrario del poder punitivo, y existe también una retroactividad de las leyes penales, lo cuál es una aberración.

Retroactividad: la retroactividad es la aplicación de nuevas normas a actos jurídicos, hechos pasados o previos a la ley. Uno de los principios de las democracias asentadas es que sin ley que castigue, conocida por el ciudadano, no puede haber castigo. La represión de republicanos por el hecho de serlo/actuar a su favor cuando no se castigaba tal hecho mientras llevaban a cabo esa conducta supone una retroactividad de las leyes penales.

Hay incluso órdenes administrativas de la época sobre la cosecha con artículos que señalan que quien boicotee la cosecha puede llegar a ser procesado por el delito de rebelión, que está castigado por la pena de muerte (reinstaurada en el 37). Hay una apariencia de normalidad jurídica, pero existen estas situaciones.

¿Y cómo se justifican esas acciones y ese poder? ¿Cómo se articula el discurso?

Son discursos que en parte se crean en esa época, pero lo que hacen los dirigentes franquistas es recuperar los discursos de la Restauración, aparcados durante la República. Se les da un barniz totalitario, falangista, pero en el fondo son los mismos discursos de unos años atrás, adaptados a los nuevos tiempos. En el ámbito universitario se ponen profesores de segunda, tercera fila, que ocupan las cátedras de los profesores de primer nivel expulsados de las universidades, muchas veces de forma violenta.

En el primer Franquismo, como decía Azaña, hay mucho discurso falangista, filonazi, pero también hay una restauración de la Restauración (Sebastián Martín); no se crea de la nada, sino que parte de una trayectoria de pensamiento autoritario español que viene del siglo XIX.

 

¿Qué se puede decir de la legislación Franquista en cuanto al Derecho de reunión, manifestación, expresión y otros? En definitiva, sobre legislación de mantenimiento del poder.

Es una legislación que se crea a medida que lo requiere el poder ejecutivo. Primeramente, hay la Ley de responsabilidades políticas (1939), y posteriormente una Ley sobre represión de la masonería y del comunismo (1940).

Luego se detecta que la resistencia está en el campo, en forma de guerrillas, y se aprueba la Ley de fugas, la Ley de lucha contra el terrorismo etc. El ordenamiento Penal pasa de ser garantista, que es el modelo republicano, a ser un instrumento verdaderamente represivo. No sólo ocurre esto en la jurisdicción militar, sino también en la jurisdicción ordinaria; es por eso por lo que soy muy crítico con esta división que se suele hacer.

 

¿Qué hay de las ejecuciones públicas, de las ejecuciones sumarias? Estoy pensando en el caso de Julián Grimau, y cómo se hace al pueblo partícipe de ese castigo, se le obliga a observar, casi como en el patíbulo feudal, el poder del señor.

Hay un proyecto muy exitoso de renacionalización, y esas acciones se articulan primero en una redefinición de la nación. Eso se consigue eliminando aquellos elementos que se consideran ajenos a la nación -como en el régimen nazi-; básicamente hay una limpieza de la nación.

Funciona la exclusión del otro, del diferente, en definitiva de la «Anti-España», y es muy efectivo. Se supera la concepción nacional de los revolucionarios franceses, que había influido en la política española y su concepto de nación hasta los años 30. Esta visión consideraba que la nación era la reunión de todos los ciudadanos; a partir del Franquismo se considera que la nación es los ciudadanos que tienen una religión determinada, ideología política concreta… Se le añaden adjetivos a la nación.

Es curioso el caso de los judíos, los africanos, que estaban en el centro del debate nacional en los años 30. El Franquismo exige, cuando llega al poder, una determinada fe y una determinada forma de pensar y actuar políticamente. Se considera que la nación es católica, por naturaleza, y esto se ve en la legislación: el divorcio es una afrenta no ya a la moral católica, sino a los sentimientos patrióticos, a España.

El discurso es que hay una tradición española que la República ha venido a romper, y el Franquismo ha de recuperar. Se construye así un triángulo Estado, Nación, Religión difícil de romper.

Sin embargo, yo creo que es muy importante no sólo hablar de los años 40 sino de los 60, porque todo esto que estamos describiendo es una cosa que no pasaría ningún filtro democrático o liberal pero pasa el filtro de la Transición. ¿Por qué? porque se ha modernizado en los años 60. Es fundamental -a mí no me gusta hablar de dictadura y dictablanda-, es fundamental la modernización que llevaron a cargo Fraga Iribarne y otros, reescribiendo ese viejo discurso que permite que el discurso nacional-católico -que identifica ser español a ser «buen español»- se acepte acríticamente en los años 80 o 90.

 

¿Cómo evoluciona esa represión a partir del 60? Da la sensación de que se relaja.

Esa represión ya no es necesaria, porque la oposición ya está en el exilio, en las cunetas, en las prisiones, y por lo tanto ya se había conseguido el objetivo de control. Eso junto a algo que se suele olvidar como es el relevo generacional hace que no sea necesario construir más campos de concentración, hacer que los presos rediman penas por trabajo…

Además, las relaciones internacionales han cambiado, también la sociedad, se ha dado una industrialización en Madrid y en otras zonas; hay una adaptación, pero es la misma idea de siempre: Caudillaje, religión…

 

¿Y Cómo el juego de fuerzas políticas en la Transición permite la supervivencia de este discurso?

Yo la verdad es que cada vez soy menos crítico con la Transición. La Transición fue violenta, hubo miedo; el Franquismo controlaba las fuerzas de seguridad, la judicatura, en definitiva, todos los resortes del poder. Por tanto, yo no sé si se podían hacer más cosas.

Yo soy muy crítico con la democracia a partir de 1982, porque no articuló un discurso sobre el Franquismo alternativo al propio nacional-católico del Franquismo, no hace ni una sola purga en la Administración Pública -por ejemplo, la confirmación en sus puestos de muchos dirigentes policiales significados por el uso de la tortura-, y eso ocurre en el 82. Con el miedo durante la Transición, ciertas reclamaciones se fueron atrasando, pero es en el 82 cuando desaparecen.

Eso es lo que permite no sólo que sobrevivan normas jurídicas sino también determinados comportamientos, tanto en la policía como en los agentes jurídicos. Cuando un juez absuelve a agresores sexuales porque la mujer se ha vestido de determinada manera, no puedo evitar pensar en la doctrina al respecto del Tribunal Supremo en los años 40 y 50, que es terrible. ¿Por qué? Porque se han dado unas circunstancias que han permitido que comportamientos, ideas, modelos de este tipo se reproduzcan en democracia.

 

Pasolini habla de la pulsión entre el Palacio -poder- y la Plaza -pueblo-. ¿Se puede considerar que el PCE decide acceder al Palacio, abandona la plaza y ahí empieza a pactar?

Sí, lo comparto, pero yo no sé si el PCE-PSUC decían de aceptar esto y luego cuando haya elecciones ya presentar batalla, y luego vistas las circunstancias decidieron no dar la batalla, entre otras cosas por el golpe de estado de Tejero que yo creo que parcialmente tiene éxito.

Sólo hay que observar las leyes que se aprueban después: la LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico) que ponía unos límites muy importantes al desarrollo del Estado Autonómico -había que evitar que España se rompiese-, quizás el abandono de toda política de Justicia Transicional también está influida por eso, y no hay que olvidar que la violencia del Estado, grupos paramilitares, continúan operando después de 1981, quizás hasta con más apoyo por parte del Estado: hablo de los GAL.

 

Con los GAL casi es lo mismo, ¿no? El Franquismo se levanta contra la Anti-España, a nivel vasco el GAL representa a esos españoles de bien que luchan contra el separatismo. 

Sí, pero yo añadiría una cosa más: la cúpula militar seguía dirigida por los mismos que durante el Franquismo, y eran una amenaza; una amenaza para la democracia. Yo creo que para calmar los ánimos decidieron cazar a los que ellos no podían cazar.

 

Y en cuanto al contexto internacional de los grupos terroristas, Rafael Vera declaró en Salvados que Margaret Thatcher se señalaba como la asesina a sí misma cuando había ejecuciones extrajudiciales de miembros del IRA. 

Quizás la diferencia entre Italia, Francia, Inglaterra -que aún tienen que hacer mucha memoria de sus crímenes durante los 60 -pero al menos han hecho un enorme trabajo de memoria sobre lo que pasó en los años 30, 40 e incluso 50. En cambio, en España ahora estamos empezando a hacer tímidamente ese trabajo sobre lo que pasó esas décadas.

 

Volviendo a la cuestión del patriotismo, ¿esto acaba teniendo una trayectoria actualmente? Se recupera quizás en #EspañaCiudadana?

Sí, pero yo la veía antes quizás. Cuando Rajoy hablaba de los buenos españoles o los españoles de bien, no puedo evitar pensar que hay un trasfondo cultural que da miedo. Me recuerda a Carl Schmitt y los seguidores españoles de éste: la nación ha de ser homogénea, porque todo los que es clase social, ideología, etc. nos divide y hace que la nación no se pueda integrar.

No se qué han leído estos señores de Ciudadanos, pero no hace falta leer a Schmitt y compañía para recibir acríticamente y de manera inconsciente todo este discurso nacionalista que viene del pasado.

 

Finalmente, ahora que ha salido el PSOE, ¿qué pasará con el Valle de los Caídos? Me parece muy potente a nivel simbólico, pero no sé qué efectos prácticos puede tener.

La memoria histórica es algo constitutivo y constituyente de las realidades sociales. Si se quiere construir un nuevo patriotismo español alternativo al que han desarrollado PSOE y PP y que no funciona porque no integra, yo creo que el nuevo Gobierno se tiene que pronunciar de manera diferente sobre el pasado franquista y sobre Cataluña.

Lo de sacar a Franco del Valle de los Caídos es simbólico, pero es rompedor. Creo que para mucha gente será un antes y un después. El pueblo español se atreve a coger los restos del dictador y sacarlos de ese mausoleo. A veces son necesarios este tipo de gestos para cambiar el lenguaje, para acabar con estos discursos que no ya sólo naturalizan sino que últimamente incluso se hace apología clara del Franquismo.

Creo que la Justicia y el Derecho pueden tener efectos catárticos y Alemania tuvo una catarsis en los 60. Por contra, en España no ha habido ningún gesto del Legislador o del Ejecutivo que haya marcado un antes, una superación de un pasado; se ha naturalizado, se ha desprestigiado se ha menospreciado ese pasado. «Las batallitas del abuelo», «Sólo buscáis cuando hay subvenciones»; no hay ningún gesto catártico para cambiar el lenguaje.

Manuela Carmena cuando llegó al Ayuntamiento de Madrid creó una Comisión para la Memoria Histórica, e intentó mantener un cierto equilibrio: gente de izquierdas, gente de derechas, gente de todas partes. No sé si algo que surgiera de un consenso tal pudiera tener un efecto catártico.

Un consenso entre las élites progres y conservadoras yo creo que se puede conseguir, está en manos del Gobierno actual y sus aliados. España es una democracia de consensos: cuando hay una cosa que sale del consenso creemos que es un ataque a la democracia. El tema de la unidad territorial y el pasado Franquista salen de es el consenso: cuando hay propuestas rompedoras, se consideran un ataque. El nuevo Gobierno ha de transformar esa democracia del consenso en una democracia diferente, sin llegar a romper la democracia en sí. Hay que romper el consenso, en definitiva, sobre lo que es la democracia.

 

¿Hasta que punto permiten esos gestos cambiar el presente?

Si ligas ese simbolismo a ese nuevo patriotismo del que estoy hablando, es posible que se pueda hacer. Cuando la Ley del matrimonio homosexual, los sectores más ultras llevaron a cabo una campaña brutal, con financiación por parte del PP para grupos contrarios a éste… Y al cabo de unos años yo creo que se ha convertido en un motivo de orgullo para el discurso nacional/nacionalista.

Al cabo de unos años, podría pasar con la memoria histórica lo que pasó con el matrimonio homosexual. Es verdad, pero que cuestionar este pasado hace que cuestiones también la Transición, que es un momento constituyente que explica el reparto de la renta, del poder económico y político en nuestro país.

La verdad es que ahora los investigadores, sociólogos, etc. están trabajando en torno a las emociones en las sociedades humanas -es el emotional turn-. Queramos o no, todos tenemos emociones y las leyes no son abstractas, el Estado no es abstracto, sino que es un ente con una posición ideológica y con una identidad nacional. Por tanto, eso no se puede obviar, hay que tenerlos en cuenta para canalizar las emociones que tenemos y construir algo a partir de ahí.

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