Entrevistamos a @libroscinecomic

«Creé la cuenta porque había algo dentro de mí que no paraba de decirme que leía poco y que desperdiciaba mi tiempo.»

Detrás de @libroscinecomic hay un tipo de carne y hueso; está Marc. Un tipo normal, pero con mucho que explicar: a diferencia de lo que pudiera parecer, no es una corporación que se dedica a difundir contenido por Twitter. Quedamos en Sants y desde entonces no dejamos de charlar. Hay que remarcar que la frase para romper el hielo fue muy buena: “Joder tío, esto parece una cita de Tinder”. Hablamos de cualquier cosa, compartimos opiniones. Desde el potencial revolucionario de la religión cuando hablamos de Damnation hasta de la bebida vegana de 3€ que nos colaron al equivocarnos de bar. Grabé casi una hora y media de charla de colegas totalmente aprovechables.

Resucitamos a Heidegger, un filosofo que conoce bien Marc, y acordamos en darle el título de creador absoluto de las ideas posmodernas y como eso repercutió en el Arte. No paró de recomendarnos cosas: libros, pelis o series, de cualquier tipo.

Os dejamos con unas cuantas preguntas:

  • ¿Porque te uniste a Twitter a través de este tipo de cuenta?

Básicamente por una neura personal de mis lecturas: había algo dentro de mí que no paraba de decirme que leía poco y que desperdiciaba mi tiempo. Fue una decisión individualista; no he venido a iluminar a las masas. Pero he descubierto algo muy bonito, que es la gente que te agradece tu labor de difusión. Sobre todo, cuando te comenta gente famosa, como el Nega, que se difunde tu trabajo. Hasta el punto en el que acabas teniendo miedo de lo que publicas: las faltas de ortografía. Tienes pesadillas de tweets con erratas. Siempre me ha gustado militar en distintos espacios y que me recomendasen lecturas, ir a la biblioteca y tener una relación con el bibliotecario, con gente mayor que tú – no en el sentido de idolatrarlos – pero sí de conocer experiencia acumulada de primera mano. Ahora hay chavales y chavalas que te agradecen tu labor y eso mola, de hecho, si no me voy es precisamente por eso, a veces sí que he pensado en chapar la cuenta y “fuera”.

 

  • ¿Crees que ha habido un cambio de patrón de consumo en el arte?

Hay mucho idealismo, sobre todo con la polémica que surgió en Cannes: “oiga, si usted no saber hacer buen cine es su problema, no de Netflix”. Yo he sido, por otra parte, de una generación que ha visto mucha telebasura; crecí con las series de los noventa, con series de mierda, insufribles: «Médico de familia», «Farmacia de Guardia». Y nos lo tragábamos. El nivel ha aumentado, y mucho, aunque quienes nos la ofrezca sea una empresa multinacional y capitalista. De hecho, el otro día descubrí que MTV repartía un premio que se llama “la mejor producción antisistema”. No existe el miedo a una ofensiva real y se permiten el lujo de crear Damnation o de ir de progres por Twitter. Lo que, sin embargo, es curioso, es que de las series que existen actualmente, la mayoría tienen por protagonista a profesiones liberales y poco de obreros manuales. Es como si te dijeran: “Ser un currela no mola, no te metas en un sindicato: o te haces abogado o eres Pablo Escobar”.

Existe un fetichismo entorno a la figura del mafioso. Hemos pasado de Robin Hood a Pablo Escobar y son polos opuestos, incluso de Curro Giménez, que cuidaba de la gente de su pueblo, era un tipo del estilo de Robin Hood. Ahora, con «Narcos», parece que solo te tengas que preocupar de tu familia y de tratar a la gente de tu entorno de manera paternalista, como si fueras un superhéroe. Habría que investigarlo a fondo. Creo que el nivel artístico es bueno, no ha decrecido, pero ¡ojo!, también se pueden usar el consumo de series como narcótico social. Me da más miedo Twitter que Netflix, porque se idealiza en exceso y también porque sirve, para mucha gente, como pozo de los lamentos: voy escupo, saco mi rabia y me voy. Aunque podríamos decir que es dialéctico, ya que la huelga feminista no se entiende sin la difusión a través de las redes sociales. Pero porque no había lloriqueo, era ilusionante y muy político.

De hecho, hay que recordar que las novelas de Tolstoi o Dickens se vendían por fascículos, con cliffhanger incluso. Todo lo pasado no es mejor, fijaos en la película de Woody Allen “Midnight in Paris”.  Siempre he pensado que una novela, a nivel narrativo, se parece mucho a una serie, mientras que el cine se acerca más a los relatos cortos. Sobre todo, las novelas decimonónicas: inicio, desarrollo y desenlace, a pesar de que ahora se juegue bastante con la estructura, como «Leftovers».

 

  • ¿Qué influencia crees que tienen la producción cultural en la creación de imaginarios colectivos?

Siempre he pensado que esos imaginarios colectivos nacen y se crean a través de la propaganda, de la escuela y con el arte. Cuando estos estetas dicen eso de: “el Arte no debe ser político”, lo están politizando a su manera. Me recuerda al biopic de Steve Jobs: “ves a tu garaje, invierte y trabaja duro”; con esto se logra hacer de una excepción la norma, la norma que hay que seguir. Luego tienes la antítesis en las pelis de Kent Loach o del rollo de “Into the Wild” – “Hacia Rutas Salvajes” – que te dicen que la alternativa se encuentra al margen de la sociedad: tienes que vivir en las montañas, la política no es interesante. Esa película es puro Heidegger (esto nos lo dice Marc muy enervado). Como la película de “Cap. Fantastic”. [Aquí nos corta la conversación un joven de Cau que nos quiere vender boletos para irse de viaje de final de curso].

«Cap. Fantastic» sería más como una comuna primitiva pero funcional. ¿Habéis visto Fargo o Breaking Bad? Tengo la Tesis de que Estados Unidos es la sociedad más totalitaria que existe: en el momento que te declaras socialdemócrata, te llaman comunista de mierda. Su universo político es tan reducido que solo puedes ser liberal y que tener simpatías por las minorías o liberal, pero sin simpatía por esas minorías. Ahora hacen una serie de productos que critican al máximo su realidad, pero cuando se puede llegar a dar una fisura en los límites del sistema reculan, es como si dijeran “no nos pasemos”. Pasa en «Breaking Bad», no es «Narcos», es un trabajador pobre, un Gregor Samsa del siglo XXI, que se quiere forrar y petarlo para ganarse un reconocimiento. En la serie te dicen: “Sí, Sí pero No”. Se tensa la cuerda una barbaridad. Volviendo a lo de los imaginarios, el Padrino vistió a los mafiosos de manera contraria a como lo hacían de verdad; Coppola creó al mafioso de traje e impoluto. Después Scorsese, cuando hace “Uno de los Nuestros” dibuja al mafioso de verdad: bruto y sin escrúpulos.

[Antes hablábamos de Reagan y una anécdota en la Casa Blanca donde preguntaba donde estaba la Sala de Guerra, en referencia a la película «Dr. Strangelove»]. Hablando de Reagan, si podéis leeros “Moteros tranquilos, Toros Salvajes” os la recomiendo, porque Reagan lo que hace es cargarse «Apocalypse Now» e introducir «Rambo». Esto significó básicamente: “Carter eres un sarasa, no podemos dejar que critiquen a nuestro país, hay que poner en marcha la máquina de ideología dominante.”

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *