Primero al Primark, después al Prozac (II)

Pequeño ensayo sobre el concepto de alienación marxista, la idea de Disciplina de Michel FOUCAULT y el moderno Dios Capital.

“La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios de la producción espiritual, lo que hace que la sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.”¹

Así, como vemos en la expresión anterior postulada por Marx y Engels, la espiritualidad o producción intelectual dada en una sociedad, está justamente dada por la clase dominante. Esta clase permite al proletario la producción o desarrollo intelectual útil para su beneficio, es decir, aquel que se pueda vender – lo único que dispone el no burgués -, o aquél que es alienante.

Sea como sea el desarrollo de esta falsa realización intelectual, el obrero ve cohibida por medio del sistema su potencialidad para con su propio desarrollo personal, y la verdadera expresión y emancipación espiritual. Esta naturaleza e instinto creador se ve cortado de raíz por un sistema dónde lo único que tiene cabida es aquello que pueda generar beneficio económico.

Quizá saliendo del tema, pero no perdiendo el hilo, podemos relacionarlo con la enfermedad mental y la propaganda. El papel que juega la psiquiatría (junto con la escuela y otras instituciones disciplinarias) es básico en la función de corregir a los desviados o resistentes a la norma. Norma, cabe decir, creada por instituciones psiquiátricas y médicas que construyeron el relato de un desarrollo tiránico para llegar a la correcta edad adulta. Debemos entender que el buen adulto es un constructo social y psiquiátrico que debe portar las etiquetas de “normal y sano”. Por tanto, el adulto normal y sano, es un constructo social, y la psiquiatría te ayuda a ser ese humano normal y sano, de aquí se deduce que la psiquiatría nace por la necesidad de convertir a los desviados en productos del poder jurídico y psiquiátrico. La adultez es la máxima expresión y representación de la sociedad autoritaria y disciplinaria. ¿No hace pensar que todas las enfermedades de “debilidad mental” nacieran con la instauración de la escuela disciplinaria?

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Básicamente, lo que busca el poder es un pretexto para excluir a todo aquello que le molesta o le es inútil de la sociedad. La medicalización no viene por efectos de “paternalismo”, sino que nació para evitar que las clases más adineradas se infectaran de las enfermedades de la plebe o de los degenerados e infames. (judíos, homosexuales, prostitutas, gitanos…).

«Hay alienados en los que el delirio apenas es visible, pero no existen alienados cuyas pasiones y afecciones morales no estén desordenadas, pervertidas o aniquiladas… La disminución del delirio únicamente es un signo cierto de curación cuando los alienados retornan a sus primeros afectos».

En el fondo, la enfermedad mental, como postula Foucault, es otro ejemplo de alienación burguesa, en la que el discurso de “sano” y “enfermo” está lejos de ser objetivo y neutral; también está lejos de relacionarse a avances psicológicos y/o médicos sin politización alguna, si no que básicamente el discurso del “cuerdo” y del “enfermo o infame” viene regido por su régimen de productividad en el capitalismo.

Aquella persona que se resiste a la normal de la adultez jurídica en la temprana edad es corregida en la escuela -como institución disciplinaria-, o a través de mediación prematura por tal de aumentar su productividad en “su beneficio” – en el fondo, lo que se hace es cohibir su libertad que escapa del sistema para que toda su fuerza “productiva” acabe al servicio de un burgués-. Si este desvío ya es entrado en la adultez -y el método de trabajo panóptico no sirve para corregir semejante desvío-, entonces nace la enfermedad mental y su “discurso”. Todo comportamiento que no le permite al burgués extraer beneficio y sea molesto, debe ser apartado, y la forma más ética y limpia de hacerlo, es clasificando esos comportamientos de enfermos, de inaceptables y medicarlos.

«La sobresocialización puede conducir a una baja autoestima, a sentimientos de impotencia, al derrotismo, a la culpa. Uno de los más importantes recursos por los cuales nuestra sociedad socializa a los niños es haciéndolos sentir avergonzados del comportamiento o del habla que es contraria a las expectativas de la sociedad. Si esto es excesivo o si un chico en particular es especialmente sensible a tales sentimientos, acaba por sentirse avergonzado de sí mismo. Además el pensamiento y el comportamiento de la persona sobresocializada están más restringidos por las expectativas de la sociedad de lo que lo están los de aquellas personas levemente socializadas.»4

En esta sobresocialiación se comete el gran logro y el gran fallo de Foucault. Él sitúa todo el poder en lo micro, en la familia, las instituciones disciplinarias, en aquello con lo que compartimos nuestra vida más cotidiana, y si bien es cierto, cae en el error de negar toda la potencialidad del sistema y su represión más estructural al situar toda la represión del poder en lo micro.

Por tanto, debemos afirmar la frase de Kaczynski, pero no debemos olvidar que es el propio sistema de clases el que sustenta todo esto, que está detrás de este sistema inhumano que solo cohibe la libertad y la voluntad de las personas, que educa a los niños disciplinariamente para que sean “buenos” y de mayores puedan servir a un burgués, que te vende el discurso de “estudia y llegarás lejos”, cuando no, si tus condiciones materiales no te lo permiten acabarás reponiendo cajas en un almacén, y seguramente no podrás estudiar, porqué ese mismo sistema estará privatizando la educación. Te tocará vivir en un sistema en el que no podrás establecer vínculos fuertes y duraderos con nadie, porqué en la sociedad del consumismo todo se consume, incluso las personas, todo es de usar y tirar, nada ni nadie se cuida de nada y todos miran a su ombligo, y si yo estoy bien, que le jodan al del lado. Que lejos quedan los tiempos de Espartaco y la solidaridad de clase, ahora se vende más el chivato de clase. Vivimos en un sistema en el que la expresión artística está totalmente subordinada a las multinacionales, y aquello que no de beneficio no sirve, dónde cuando alguien expresa que está llevando a cabo un trabajo artístico lo miran con cara de “ya se le pasará”, o cuando alguien dice que quiere ser músico, pintor, escritor u otra profesión artística, tus cercanos te dicen “pero búscate un trabajo de verdad”. ¿Un trabajo cómo? ¿Que cobre un sueldo miserable con el que tenga que hacer malabares para llegar a final de mes?

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Sé que toda esta indignación que comparte la gente podría traducirse en esa “creación buena” que nos vende el mindfulness y la autoayuda, que destila liberalismo e individualismo a más no poder, pero esa no es la solución: no vale el juego al sistema de “haz algo que inspire al mundo”, porqué no hay que salir individualmente, hay que hacerlo colectivamente, de forma conjunta, porque los sueldo miserables lo siguen siendo a pesar de estar inspirados o no. Como dirían en el mayo francés, las barricadas cortan calles pero abren el camino.

Y sí, todo esto crea depresión -y algún arrebato controlado de prenderle fuego a un banco-, todo esto crea impotencia, de ver como la creatividad muere en las aulas, de como miles de escritores en potencia solo escriben trabajos dictados por profesores frustrados, y sí, cuesta dormir, y da rabia todo esto, y es más repugnante y vomitivo ver que la solución que nos venden son los antidepresivos y medicación. ¿Para qué? Para que sigas acatando el sistema, la explotación, la alienación y no molestes mucho. Por cierto, medicación psiquiátrica que vende y de la que obtienen beneficios los mismos que te crean la depresión en primer lugar. Todo un círculo vicioso en el que, al igual que en el póquer, la banca siempre gana.

Ya lo dijo el precario, abrir los ojos duele

Por 


¹Friedrich ENGELS, Karl MARX. La ideología alemana. BARCELONA. Akal. 2014. p 43. 2

²Michael Foucault en La vida de los hombres infames

³La sociedad efectivamente individualiza, pero no quiere decir que nos empuje a la soledad, sino lo contrario, la mejor prueba de esto es la socialización forzosa y a la vez individualización inconsciente que producen las disciplinas que se persiguen en las instituciones sociales, principalmente para el sujeto normal: la escuela y el lugar del trabajo. Es decir, la sociedad nos fuerza a socializar desde lugares como la escuela (a edades tempranas), o el sitio de trabajo (a edades más adultas), pero luego, a su vez, nos crea un sentimiento de individualismo y de competición con el resto de individuos. El sujeto en estas instituciones es obligado a socializar, pero a la vez parte de su proceso disciplinario es volverlo individuo o sujeto individual, significará estar en constante competencia y conflicto con los demás individuos; se trata de desarrollar un proceso panóptico de disciplina, los individuos socializan pero se vigilan y corrigen unos a otros, esto configura un proceso de sociabilidad normalizadora. La propia sociedad pues, actúa de forma normalizadora y correctora de ella misma, en ella nace, se desarrolla y se instaura un propio régimen de corrección de los individuos anormales.

4Theodore Kaczynski
 


Este artículo es la continuación de uno anterior. Puedes leerlo aquí.

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