Review a "Phantom Thread", de Paul Thomas Anderson

Pequeña biografía artística del director cinematográfico Paul Thomas Anderson y reseña de su última película, Phantom Thread.

Estoy sentado al lado de una hoguera, sillón de diseño, una luz anaranjada cubriéndome parte del rostro mientras explico lo que realmente es Phantom Thread. Sé que ni soy Vicky Krieps, ni estoy fotografiado por Paul Thomas Anderson ni tengo ninguna especie de síndrome de Munchausen, pero antes de entrar en detalles os pondré al día sobre uno de los directores más importantes de lo que llevamos de siglo.

Paul Thomas Anderson (PTA) es un cineasta que ha crecido espectacularmente en estos últimos 20 años, pasando diferentes etapas en su carrera. Director criado de VHS, y miembro de la misma generación de cineastas como Tarantino, Spike Lee o Sofia Coppola. Las películas de PTA son renovadoras en estilo, tomando una vía más cercana al cine de los 70 que de los blockbusters ochenteros. No es de extrañar, ya que los grandes referentes de Thomas Anderson son especialmente Robert Altman y Jonathan Demme- también Max Ophuls, pero forma parte del llamado cine clásico-.

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El cine independiente, surgido en Sundance, llamó a la puerta de los 90 para presentarnos directores deseosos de surgir a la luz -PTA no emerge con Sundance exactamente, pero aprovechará esta nueva ola para triunfar a finales de la década-. En los 80, cuando estos ya tocaban su final, entrará en el mundo del cine con dos cortometrajes -como la mayoría de cineastas- llamados The Dirk Diggler Story (1988) y Cigarettes and Coffee (1993). Pero no es hasta 1996 donde Thomas Anderson se adentra en el largometraje con Hard Eight, Sidney, película que no tuvo ni la mitad de repercusión que su próxima obra, decisiva para su carrera. Sí, señorxs, la ya obra de culto llamada Boogie Nights. La película recopila durante más de dos horas y media toda la escena musical y cultural de los 80, sumando una inmersión dentro de la industria pornográfica. La mezcla de actores y actrices de distintas generaciones, antiguas estrellas que se están apagando con las que empiezan a brillar, forman un combinado impresionante.

A partir de este momento la carrera de este cineasta coge mucho peso: los productores tienen confianza en él y le permiten en unos años dirigir una obra controvertida para el público, Magnolia. Film coral también de larga duración, semejante a su anterior obra. En medio de estos dos largos el director se permite dirigir diferentes videoclips, mundo en el que irá haciendo pinitos al largo de los años ya sea con Radiohead, Fiona King o Haim. Esta etapa inicial se ve concluida con el siguiente largometraje Punch-Drunk Love, posiblemente la obra más insólita y curiosa -Inherent Vice estaría también por la misma línea, pero en su siguiente etapa- donde el espectador llega a quedar realmente fascinado. Jugando un poco entre el cine de Lynch y Tati, sumando a Adam Sandler en el reparto, el desconcierto inicial es grande, y para cada espectador acaba siendo una experiencia muy diferente.

A partir de aquí entramos en su siguiente etapa, donde da a luz a la que posiblemente sea su obra más grande en lo que viene a ser producción -y para mí su obra cumbre- : There will be blood. Cuenta con un reparto estelar, en el que se encuentra Day Lewis, pasando a la historia del cine con el personaje de Daniel Plainview. Las películas que continuarán a esta serán más grandes, con otro estilo más espectacular en la historia, el paso a una nueva década, un nuevo estilo de cine y nuevos actores que le permitirán subir la ambición del cineasta. Hablamos de The Master e Inherent Vice, obras que almacenan momentos que quedarán grabados en el cine de esta década, pero que a la vez crean mucha controversia entre el público. Y por fin, después del rápido recorrido por la filmografía de PTA, llegamos a la última obra, de la que intentaremos analizar momentos y elementos.

 

Phantom Thread ha sido un proyecto del que no se sabía nada: los fans de Paul Thomas Anderson solo teníamos conocimiento de que sacaría película en 2017-2018 con Daniel Day Lewis, pero nada más. Era literalmente una película fantasma. A los pocos meses el proyecto se fue abriendo al público, a partir de pequeñas dosis nos iban dando pistas hacia que camino podía ir. A falta de pocos meses, empezó a salir al exterior pequeñas migajas de información, saciando nuestra sed poco a poco y mostrándonos que el proyecto sería totalmente diferente a todo lo que había hecho anteriormente. Un film que se mueve entre el mundo de la moda, la costura y una figura peculiar que dará mucho juego en la historia. El giro para el espectador fue gordo, pasar de ver a Lewis enloquecido por el petróleo a verlo interpretando un personaje sofisticado y delicado. Contrastes como la copa de un pino, el resultado no defraudó a la vez que nos dejó con la boca abierta y totalmente conmovidos por lo que vimos.

Phantom Thread parte de una base con la que juega durante todo el metraje, y que son puntos de partida para la mayoría de secuencias; dos palabras: MADRE y COMIDA. Empecemos creando un contexto. Reynolds Woodcock es un diseñador de moda de alta reputación que vive con su espectral hermana Cyril, figura necesaria para Reynolds, de la cual no puede prescindir. Woodcock conocerá a su musa perfecta, Alma y entablará una relación que acabará siendo perturbadora.

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El film empieza con Alma explicándonos su historia, y pasamos directamente al despertar de Reynolds. La presentación del personaje nos denota que es un hombre pulido, cada movimiento de Lewis marca a la perfección la caracterización del personaje: el peinar del pelo, ponerse los calcetines, arreglarse las cejas etc. Anderson toma la cámara para a continuación ponernos al día de como son las mañanas en su casa; las costureras entrando por la puerta trasera, subiendo por las escaleras de caracol, saludando a Reynolds y colocándose los uniformes de trabajo. PTA a todo esto decide presentarlo con gloriosos movimientos de cámara -utilizando el estilo de Max Ophuls, uno de los cineastas referentes e imprescindibles para definir el cine de PTA- siendo estos tan ligeros y sutiles que nos dan a entender el refinamiento que domina en ese mundo, consiguiendo el logro de solamente con la cámara poder definir lo que queramos de forma clara. Como hemos dicho anteriormente, la hermana, presencia casi fantasmal en la casa, deambula por todas las habitaciones estando al control tanto de las costureras como de su hermano.

Pasemos a la segunda presentación más importante de la historia, Alma Nelson. Este personaje clave hace aparición como camarera de una cafetería, donde casualmente Reynolds va a desayunar un día. De entrada, con el primer contacto visual, Alma ya se fija en Woodcock; interés a primera vista, pero lo que realmente es brillante de esto es que al ir a pedirle nota ella tropieza con una mesa, haciendo el encuentro imperfecto. Veremos al largo de la película que las imperfecciones de Alma serán muy importantes para definir la relación que tendrán, y chocando claramente con el carácter perfeccionista de Woodcock. Puntualizar que hay una cosa mágica en esta escena, y es que el color de la piel de la actriz Vicky Krieps permite que veamos un enrojecimiento en directo de la piel pálida provocada por esta primera imperfección, sin ningún uso de maquillaje ni efecto, es casi fantasía. El primer contacto oral se basa en uno de las bases de la película, COMIDA. Reynolds pide para almorzar una larga lista de alimentos. Lo que empieza siendo una conversación profesional acaba siendo un juego -casi erótico- entre los dos personajes, que permite finalmente que puedan llegar a tener una cita.

Esta primera cita es importante mencionarla por diferentes puntos claves en el film. La inicial es el viaje con coche -que se repetirá diversas veces- el cual parece estar sacado de un sueño. Alta velocidad, planos frontales y dorsales del coche con las figuras en el interior dando un toque especial en la forma de rodarlo, algunos planos son en vivo pero en los que se ven los personajes dentro parece ser una proyección creando un efecto irreal -otro ejemplo en el que se utiliza y que os será familiar es en The Clockwork Orange de Stanley Kubrick– pero perfectamente buscado por el cineasta. Esta cita que parece ser convencional acaba dando una giro cuando Woodcock empieza a coger las tallas a Alma, y aún queda lo mejor… Entrada inesperada de Cyril para apuntar todas las características de la futura musa, para finalmente llegar a la conclusión que ella es perfecta para él.

La felicidad hará hueco durante diversas secuencias, donde el duo protagonista vivirán los tiernos primeros días de enamorados. Alma en un sueño, siendo el centro de atención de Reynolds y consciente de que es aquello que le inspira en su trabajo. Pero poco durará esta situación, los primeros conflictos e imperfecciones surgirán a la luz en breves. Cuando Woodcock está obsesionado por el trabajo, se le olvida todo lo que es Alma, no la ve como persona, la ve como objeto. En un pase de modelos hay el primer choque, donde Reynolds pone en duda el gusto de Alma, enfado pequeño que desencadenará una larga lista de discusiones mayores.

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Pero, después de todo, Alma continúa siendo una figura única para el protagonista. La escena que nos mantiene informados es en un restaurante, donde unas chicas saludan a Woodcock transmitiendo su admiración y aprecio, creando rechazo directo al modista. No solo lo vemos por diálogo, también por encuadre. Mientras en cuadro entran Alma, Woodcock y Cyril, las chicas aparecen reflejadas en el espejo que hay encima de ellos. No son dignas de entrar en su mundo, solo son un reflejo que se desvanecerá en unos instantes.

Alternando con la moda volvemos a la comida. Secuencia brillante e imprescindible es el segundo desayuno del film, primero si contamos con el trío Reynolds-Alma-Cyril. El silencio predomina en la secuencia hasta la aparición de Alma, la cual crea el caos dentro del mundo de Reynolds. El uso del sonido es clave en la secuencia, jugar con este elemento del lenguaje cinematográfico nos ofrece una sensación efectiva, aumentar el volumen de este para potenciar la irritación del personaje. El ruido al cortar mantequilla, restregarla y rascar la tostada o ponerse un zumo provoca el desorden y los reproches de Woodcock y la advertencia de Cyril. Esta secuencia se repetirá en diversas ocasiones al largo del film, provocando reacciones de menos a más graves. Pero no será hasta una futura cena sorpresa, en la cual prepara espárragos con mantequilla, preciso entrar en cada detalle para mostrar el carácter de Woodcock. Un conjunto de reproches e insultos -maravillosos diálogos y difíciles de imaginar, siendo una clase de interpretación magistral- en esta secuencia desencadena el acto clave para dar un primer giro de guión, Alma decide envenenar a su querido modista. Este envenenamiento provocará la imperfección en su personaje, Alma le ha dado un poco de ella. Reynolds cae encima de un vestido de novia, manchándolo incluso con sus zapatos. La cara de Cyril lo dice todo, un hecho así nunca se había visto en la casa.

Al caer enfermo Reynolds deja de ser obsesivo con su faena y vuelve a humanizarse, Alma debe estar pendiente de él y toma un control sobre su persona que le abrirá los ojos para saber el efecto positivo que produce este hecho.

Otro de los momentos más importantes del film se produce cuando Reynolds enfermo postrado en la cama tiene la visión de su madre, fantasmal, quieta y muda con la cual mantiene un discurso íntimo y desvelador del personaje y donde podemos descubrir que Reynolds sin una figura materna no es nadie. En ese momento es Cyril, pero poco a poco acabaremos viendo como pasa a ser Alma. No es casualidad que después de esta potente secuencia la simbología del vestido de boda cobre una fuerza mayúscula, ya que en la siguiente escena donde a través de un movimiento de cámara frontal a ritmo muy lento, Reynolds pedirá matrimonio a Alma mientras vemos desaparecer el vestido de la madre, el cual será remplazado por Alma al igual que la posición de figura materna.

Una nueva secuencia brillante a destacar es la gran fiesta de fin de año en la que en un principio solo acude Alma, pero Reynolds, debido a su obsesión tóxica, también acabará apareciendo, pero no por diversión. La brillantez de la escena está en el tono contrapuntístico con el que está hecha. Durante todo el film hemos visto un cuidado y una sutileza inmensa en cada vestido que se nos ha presentado. Pero en la fiesta nos encontraremos con el otro extremo, disfrazes de animales, de vaqueros, de astronautas… Donde lo estrambótico y el barroquismo estético cobrará protagonismo de forma radical. Además esta secuencia nos brinda uno de los momentos actorales más potentes de la obra, donde un duelo de miradas y gestos se libra en medio del caos. El espacio de alguna forma define la psicología de los personajes en esos momentos.

La última secuencia a destacar -inevitable no comentarla- es el envenenamiento final, en la cocina de Sandalwood. Al ritmo de Greenwood vemos detalladamente la preparación de un final que suponemos muy macabro. Alma depositando los champiñones en la sartén, con mantequilla -ingrediente vital que da más mala leche al asunto- y todo a fuego muy lento, deleitándonos de la situación. La fotografía coge un aspecto más ténebre y Woodcock coge el papel de víctima, aplicando en guión el uso de una ironía dramática muy eficaz. Gestos como la forma de Alma sirviendo el agua dotan a la situación de una peculiaridad innata, que visto en frío es falsa, pero estamos tan metidos en la trama que no nos damos cuenta.

Woodcock se coloca un trozo de tortilla en la boca. Muerde. Una. Dos. Tres. No traga. La ceja se nos levanta a cada uno de los espectadores.¿Que está pasando?¿Por que no traga? Y la verdad asoma de pronto. Woodcock toma todo como un juego, consciente de lo que supone tragar ese trozo. Apunta con el tenedor a Alma, de forma juguetona, mientras las miradas nos lo dicen todo. La garganta de Woodcock se levanta y baja. Se ha comido la tortilla. A partir de aquí comprendemos el nivel de macabro al que ha llegado todo, mucho más de lo que nos pensábamos.Desde ese momento el ritmo aumentará, dando a pasos a elipsis de tiempo mostrando cómo se desarrollará su relación y cómo lo tóxico se verá de alguna forma romántico. Han encontrado la forma para su felicidad.

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En definitiva, después de este recorrido por el film no se puede poner en duda que nos encontramos con una de las grandes obras de esta década y posiblemente de lo que llevamos de siglo.

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