Review del film Onibaba, de Kaneto Shindo

La importancia de Kaneto Shindo en el cine japonés de los 60 es incuestionable, especialmente dentro del genero fantástico, donde las obras Onibaba y Kuroneko han sido referentes para cineastas considerados legendarios. El film Onibaba parece estar influenciado por la obra Kurosawa, sobretodo por el trato de la naturaleza y la importancia que le otorga; una vegetación que pareciera tener vida propia y respirara. Por otra parte, en la vertiente fotográfica la película bebe de las obras de Tourneur y la fotografia de Musuraca, donde se aprecian multitud de contrastes y las sombras tienen más presencia que la luz, a la vez que los rostros adoptan tonos fantasmagóricos.

Onibaba es un descenso a los infiernos de unos personajes representantes del Japón del momento. Estos muestran la cara más miserable del ser humano; resaltan la avaricia, la crueldad y la ambición. Toda esta maldad está rodeada por una naturaleza pura, pureza que acabará chocando con los protagonistas y ajusticiándolos.

La madre y la mujer de un soldado sobreviven engañando y matando a otros soldados que llegan a su territorio. Son carroñeras de la guerra, figuras que se aprovechan de las personas más débiles que produce el conflicto bélico para nutrirse de ellas. Estos dos personajes tiran los cuerpos de los hombres a una fosa en medio de un campo caracterizado con vegetación alta y afilada. Este escenario muestra una agresividad visualmente gigante, definiendo muy bien la peligrosidad del lugar. El espacio rodea la casa de las protagonistas, un hogar angustioso y claustrofóbico, capaz de transmitir una locura represiva y asfixiante.

La llegada de un soldado ataviado con una máscara de demonio será la frontera que deja paso al género fantástico, donde se introduce al espectador al mundo de los fantasmas. El comportamiento ruin de la madre irá in crescendo cuando empiece a bromear y burlarse del universo de los muertos. La naturaleza se vengará de la protagonista; provocará una tormenta que pegará la máscara al rostro de la madre, de manera que el único modo de quitársela será a través de la violencia y el dolor, para finalmente acabar con un semblante que aterrorizaría al propio diablo. Este personaje es condenado a ser un demonio en vida de manera que su propia familia huirá de ella.

Shindo dirige esta obra de contrastes, de belleza y horror, de luz y oscuridad, vida y muerte, opresión y libertad, justicia e injusticia… Una fábula japonesa con un mensaje universal aterrador.

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